Uno tuno, dos tos, tres res, cuatro gato, cinco brinco, seis rey, siete ariete, ocho pocho, nueve llueve y diez pez. No, no me he vuelto loco. Este es uno de los ejercicios de memorización más útiles que aprendí en mis días de universidad en un curso sobre hablar en público y que hoy quiero compartir contigo.
A la hora de hacer una presentación o realizar un discurso, es importante contar con una estructura que soporte las ideas principales que vamos a compartir. Una estructura sencilla incluiría un comienzo, un nudo y un desenlace. Normalmente, el comienzo presenta una idea que introduce el tema de la charla, el nudo desarrolla las ideas más importantes y por último en el cierre o desenlace encontraríamos la conclusión y/o llamada a la acción.
Para recordar las ideas y el orden en el que quieres desarrollarlas, puedes disponer de una hoja con notas o apoyarte en diapositivas. De hecho, muchos se han acostumbrado tanto a esto que se sienten desnudos cuando su PowerPoint falla. Sin embargo, también tienes algo maravilloso que traes de serie, tu memoria. Y si crees que tienes mala memoria, ¡no te preocupes! Este truco es válido igualmente y muy sencillo de aplicar.
Aunque algunos defienden el no usar ningún tipo de apoyo para transmitir a la audiencia una mayor sensación de dominio del tema y profesionalidad, para mí la mayor ventaja es la oportunidad que te brinda para conectar mejor con el público.
Al no tener que revisar una hoja con apuntes o una pantalla con notas, puedes centrar toda tu atención en la audiencia. Dedicar tiempo a mirar a los ojos del público y hacer sentir a cada persona allí presente que estás hablando por y para ella. Al no necesitar usar un mando para pasar las diapositivas de la presentación o tener que sujetar una hoja, ambas manos quedan libres para poder usarlas y hacer más rica tu comunicación.
Los 3 pasos para memorizar tu discurso.
Ok. Ya he entendido los beneficios Juanda, pero ¡¿cómo se aplica?!
Lo primero es memorizar la lista inicial. Sí, lo de «uno tuno, dos tos, tres res, cuatro gato, cinco brinco, seis rey, siete ariete, ocho pocho, nueve llueve y diez pez». Repetirla tantas veces como sea necesario para que quede totalmente grabada en tu memoria. Para mi es como una herramienta más que dejó guardada en mi arsenal mental de utilidades para hablar en público.
Una vez que ya tengas la lista en tu cabeza puedes usarla. A continuación, escribe las ideas principales de tu discurso, la estructura. Cada idea debe ser capaz de recordarte lo que quieres desarrollar en cada parte. No se trata de memorizar párrafos enteros si no de disponer de anclas mentales con las que fácilmente recuperar el hilo del discurso o de la presentación.
Por último, asocia visualmente cada una de las ideas con cada uno de los números. Es decir, imagina una escena en la que el elemento del número interactua o hace algo relacionado con la idea que quieres recordar.
Por ejemplo, imagina que la primera idea de tu discurso tuviera que ver con (déjame pensar en un tema del que se hable poco…) cómo las máquinas irán reemplazando muchos de los trabajos que realiza hoy el ser humano. Podrías imaginarte un robot disfrazado de tuno mientras que el supuesto tuno humano lo mira desnudo y con envidia o miedo. Cuanto más exagerada sea la imagen mental que crees más fácil te será recordarla.
Si el siguiente punto de tu discurso tratara sobre las nuevas oportunidades que la robótica va a suponer en un mercado que apenas acaba de nacer, puedes imaginarte un bebé alegre que cada vez que tose, salen de su boca preciosas formas extrañas de colores.
Así, siguiendo con el resto de ideas, habrás construido en tu cabeza un álbum de imágenes mentales. Hay también a quien le ayuda dibujar en un papel cada una de estas escenas para recordarlas mejor.
Llegó la hora de presentar.
A la hora de realizar tu presentación o discurso, tan solo tendrás que ir recorriendo los números del 1 al 10. Visualizarás cada escena mental asociada a ese número e irás recuperando la idea a desarrollar. Acabas de convertir parte de tu cerebro en una memoria USB, de la que puedes recuperar ideas de forma ordenada.
Una ventaja de esta técnica frente a otras reglas nemotécnicas es que te permite dar saltos en la estructura sin problemas. En cualquier momento, puedes pasar de un punto a otro. Esto es muy útil si te ves en la necesidad de acortar tu presentación o si quieres retomar alguna idea para responder una pregunta. Por ejemplo, podrías decir «como decía en el punto 6 …» y mentalmente ir pensado «6 – rey – escena del rey…».
Habitualmente, 10 ideas o anclas mentales suelen ser más que suficiente para estructurar un discurso de 20 minutos o más duración. Sin embargo, si necesitas más puntos puedes ir creando tus propias asociaciones. Por ejemplo, podrías usar: once bronce, doce goce, trece cuece, catorce roce, quince lince, dieciséis bailéis, diecisiete billete, dieciocho bizcocho, diecinueve nieve y veinte pinte.
Y si por casualidad, como yo de pequeño, jugabas al bingo con tus padres o abuelos, puede que les hayas oído cantar otras tantas asociaciones como «la niña bonita» para el 15, «los dos patitos» para el 22, «la edad de Cristo» para el 33, etc. (aquí tienes el listado completo). Si conoces estas asociaciones también puedes utilizarlas para crear tus imágenes mentales.
Para terminar.
Espero que este truco para memorizar estructuras narrativas te anime a probar a hacer tu próxima presentación o discurso, sin papeles o diapositivas. Si te da vértigo salir desnudo sin ninún tipo de apoyo, puedes usar los elementos que utilices normalmente (notas, diapositivas, rotafolios, etc.) e intentar ir mentalmente por delante sin utilizarlos. De esta forma, irás cogiendo confianza y comprobando que, en realidad, sobre el escenario tú eres el único recurso que realmente necesitas.
Y tú, ¿utilizas alguna otra técnica de memorización?