No sé si alguna vez has tenido la sensación durante una formación de que los participantes no conectaban o no mostraban interés. Si es así, te invito a leer este artículo y que pienses si quizá faltaba algo más en tu curso. Saber cómo funcionan los mecanismos que facilitan el aprendizaje en el adulto te permitirá diseñar y realizar cursos de formación más interesantes y eficaces.
El educador americano Malcom Shepherd Knowles (1913-1997) es considerado padre de la teoría del aprendizaje en el adulto. Fue conocido por el uso de la palabra andragogía como sinónimo de educación en el adulto. Definía esta como el arte y la ciencia de transferir el aprendizaje en los adultos, en paralelo a la pedagogía que sería el arte de educar y enseñar a los niños. Aunque el
término andragogía ya había sido utilizado por primera vez por otro educador alemán, Alexander Kapp, a principios del siglo XIX, Knowles fue quien la hizo popular en sus publicaciones.
Tabla de contenidos
Las 5 características del aprendizaje en el adulto.
A principios de los 80, Knowles estableció lo que consideraba las 5 características principales que definían a los adultos que aprenden. Como verás son cosas que parecen de sentido común pero que a menudo formadores con experiencia olvidan al mecanizar su trabajo. Y es así, como te encuentras con cursos poco prácticos o que no responden a necesidades e intereses reales de los participantes.
#1 El adulto que aprende es responsable de su propio desarrollo (concepto de uno mismo).
El adulto deja de tener una personalidad orientada por otros y busca ser él mismo. Cuando una persona alcanza su madurez toma conciencia de sus deberes, derechos y responsabilidades, entre ellas la responsabilidad de su propio crecimiento y desarrollo.
Los adultos prefieren decidir qué es lo qué quieren aprender (conocimientos, habilidades y actitudes), con quién (formador, facilitador, mentor, profesor, maestro, orientador o incluso con uno mismo de forma autodidácta), cuándo y cómo (de forma presencial y/o online, en grupo o individualmente, etc.).
#2 El adulto que aprende conecta su experiencia con los nuevos conocimientos, habilidades y actitudes que adquiere.
Cualquier adulto lleva consigo una gran cantidad de vivencias y experiencias. El aprendizaje es mucho más efectivo cuando la persona es capaz de conectar esas experiencias con los conocimientos, habilidades y actitudes que está desarrollando.
Por eso, es importante buscar y usar buenos ejemplos durante la formación, plantear situaciones en las que el participante pueda reconocerse y decir «sí, eso también lo he vivido» o «yo también he tenido ese problema».
La diversidad (cultural, en edad, en roles, etc.) en el grupo de participantes es algo muy valioso. Lo que cada asistente puede aportar con su experiencia es más rico en un grupo diverso. Como formador debes identificar estas diferencias en experiencia para aprovecharlas y, al mismo tiempo, tener cuidado para asegurar que todos los participantes avanzan en el aprendizaje.
Por último, ten en cuenta que la experiencia también puede jugar en tu contra. Puedes encontrarte participantes con esquemas mentales muy rígidos y menos abiertos de mente. Por eso es fundamental mostrar tus ideas planteando ejercicios prácticos donde los participantes puedan experimentar y obtener sus propias conclusiones.
#3 El adulto que aprende está siempre preparado.
Según Knowles, el adulto que aprende tiene una actitud dinámica ante la vida. Acepta que tanto él como su entorno evoluciona constantemente, y por tanto, también asume que debe estar preparado para adaptarse a los cambios y aprender.
El adulto, conforme madura, se orienta cada vez más al desarrollo de habilidades que le permitan desenvolverse en los entornos sociales (familia, trabajo y amigos).
#4 El adulto que aprende busca la aplicación práctica.
Los adultos necesitan encontrar la aplicación práctica en lo que aprenden.
La vida de un adulto puede llegar a ser compleja. Debe desenvolverse y resolver problemas en distintos entornos y situaciones: personal, familiar, amistades y profesional. Esto hace que el tiempo para el aprendizaje se reduzca considerablemente y que, por tanto, deba seleccionar aquellas experiencias de aprendizaje que más útiles puedan resultarle.
Como formador debes intentar ofrecer programas flexibles, que puedan adaptarse a horarios ocupados y aceptar que las obligaciones de los participantes entrarán en conflicto con tu formación.
#5 El adulto que aprende está motivado.
Los adultos pueden querer aprender por motivaciones externas. Puede por ejemplo, que la empresa haya asignado una nueva función a un trabajador y este deba adquirir nuevas habilidades. Sin embargo, el adulto aprende mejor cuando tiene una motivación interna. Está es la motivación que nace del deseo de querer mejorar, crecer profesionalmente, mejorar su calidad de vida o actualizar sus conocimientos.
Los 4 principios del aprendizaje en el adulto y como aplicarlos en tu próximo curso de formación.
Además de estas 5 características que definían cómo son los adultos que aprenden, en 1984 Knowles publicó lo que él consideraba los 4 pilares principales de la educación del adulto. Estos 4 principios eran considerados por Knowles como condiciones imprescindibles para que se produjera el aprendizaje. A continuación, comparto también algunas ideas para ponerlos en práctica.
Principio #1: Los adultos deben estar implicados en el desarrollo y evaluación de su propio aprendizaje.
El adulto debe tener un papel activo en su experiencia de aprendizaje. Como formador debes involucrar a los participantes en este proceso. Este plan de desarrollo del aprendizaje personal incluiría la participación en cada una de las etapas:
- El diagnóstico y planteamiento de las necesidades de aprendizaje (qué habilidades, actitudes o conocimientos se quieren aprender).
- La identificación de las fuentes de aprendizaje incluyendo personas (formador, profesor, mentor, etc.), medios (curso presencial, conferencias, curso online, etc.) y materiales (libros, videos, podcasts, etc.).
- La selección y ejecución de las estrategias de aprendizaje (qué pasos se van a dar para ir desde el punto A al punto B).
- La evaluación de los resultados del aprendizaje.
Así como muchas empresas destacan tristemente por la ausencia de inversión en la formación de sus empleados, también es sorprendente la cantidad de empresas que envían a sus empleados a hacer formaciones que no necesitan. Por ejemplo, trabajadores que van a un curso sobre presentar en público pero que no tienen ningún interés ni necesidad de esta habilidad en su puesto de trabajo.
Al contrario de lo que se suele decir, el saber sí que ocupa lugar. Ocupa el valioso tiempo de los participantes y supone un coste de oportunidad. Es decir, el tiempo que una persona dedica a esa actividad se deja de emplear en otras que podrían ser más útiles o tener un mayor impacto.
Los recursos son limitados y las empresas (jefes y responsables de RR.HH.) deben priorizar las inversiones en formación en función de las tareas que realiza el empleado así como de sus planes de desarrollo. Además, para que la formación sea realmente eficaz y el aprendizaje se afiance, el empleado debe tener oportunidad de poder practicar (mucho) lo aprendido.
Desde que soy padre, los libros sobre educación infantil van desplazando de la estantería del dormitorio los manuales sobre generación de modelos de negocios y otros varios. En todos estos libros se menciona la importancia para el crecimiento de los niños de permitirles explorar y desarrollar su curiosidad. Creo que esto es igual de importante en el proceso de aprendizaje de los adultos.
Como formador, al diseñar los contenidos y materiales de un curso debes dar la oportunidad a los participantes que lo deseen el poder explorar y profundizar más en los contenidos del curso. Quizá muchos asistentes no le prestarán atención, pero los que sí quieran aprender más, estarán muy agradecidos. Algunas ideas sobre recursos que puedes usar son incluir bibliografía, artículos, infografías, enlaces a vídeos o películas interesantes, sugerir eventos, foros, podcasts o incluso otros cursos gratuitos disponibles en la red.
Principio #2: Los adultos aprenden cuando pueden experimentar (cometer errores) y conectar lo aprendido con experiencias.
La actividad principal para facilitar el aprendizaje es la experiencia. Comentaba Nacho Téllez en el artículo sobre el modelo PAF la importancia de proponer ejercicios a los participantes en los que puedan cometer errores de los que aprender. Efectivamente, estas oportunidades son muy valiosas para el aprendizaje. Puedes plantear retos a los asistentes haciendo preguntas difíciles con las que tengan que pensar y discutir, o utilizar ejercicios prácticos y casos de estudio.
Es importante crear un entorno donde los participantes se sientan libres para poder experimentar y vivir esas experiencias de aprendizaje, facilitar un ambiente seguro donde sepan que pueden fallar y que no van a ser cuestionados o juzgados personalmente o profesionalmente.
Si has realizado algunas formaciones en empresa, habrás notado que cuando el «jefe» está presente en la formación, los participantes actúan con menos naturalidad y posiblemente, también arriesgan menos o no se atreven a responder preguntas por miedo a quedar mal. En empresas con ambientes de trabajo muy competitivos, el miedo a quedar en ridículo delante de los propios compañeros también puede limitar la participación de los asistentes.
Por ejemplo, el role-play es uno de los ejercicios más odiados por muchos. Sin embargo, cuando está bien planteado, el role-play es una herramienta de experiencia muy potente. Por una parte permite al participante interactuar en nuevas situaciones, o resolver problemas conocidos poniendo en práctica lo aprendido. Y visto desde fuera, para el resto de asistentes, también es una fuente muy valiosa de conocimiento, ya que pueden aprender o reflexionar sobre otras estrategias o planteamientos a la hora de resolver situaciones.
Cuando hablamos de conectar lo aprendido con la experiencia, también nos referimos a conectar con las vivencias relevantes que la persona trae consigo. El adulto aprende cuando es capaz de conectar lo aprendido con su propia experiencia y la de otros. Son muy útiles las experiencias personales que tú y otros participantes podáis aportar. Facilita momentos para que los asistentes puedan compartirlas.
Las anécdotas también pueden ser una gran fuente de aprendizaje. Busca historias impactantes que soporten los contenidos que quieres mostrar. Durante miles de años una de las fuentes de aprendizaje en todas las culturas han sido los relatos y cuentos. Las experiencias vividas por sus protagonistas enseñaban lecciones vitales. Aunque hablaremos sobre esto en futuros artículos, aprende a presentar una historia de forma memorable, haciendo que los participantes visualicen en su mente tu relato.
Principio #3: Los adultos aprenden cuando el aprendizaje se centra en la resolución de sus problemas.
El aprendizaje en el adulto se debe centrar en la resolución de problemas prácticos, del día a día, más que en la adquisición de conocimientos interesantes sin aplicación. Aunque muchos, y me incluyo, disfrutamos con el placer de aprender sobre prácticamente cualquier tema, la realidad es que la mayoría de las personas no disponemos de tiempo suficiente para hacer todo lo que queremos. Los adultos suelen estar bastante ocupados (familia, trabajo, etc.) y buscan dedicar su tiempo y energía en aquellas formaciones de las que pueden obtener un beneficio directo.
Como formador, parte de tu trabajo es averiguar e identificar correctamente esos problemas, aquellos a los que se enfrentan los asistentes al desarrollar su trabajo diario. Asocia los conocimientos, habilidades y actitudes aprendidas durante la formación a la resolución de esos problemas prácticos de tus participantes.
Busca ejercicios, simulaciones, dinámicas, etc. que permitan a los participantes practicar y mejorar sus habilidades. Fomenta la discusión y el planteamiento de soluciones entre los asistentes. Proporciona trucos y herramientas que puedan ser útiles para los participantes.
En muchas ocasiones el papel del formador debe ser más el de un facilitador, que permita a los propios participantes aportar soluciones, poniendo en común las mejores prácticas o compartiendo herramientas.
Principio #4: Los adultos aprenden cuando conocen la relevancia del aprendizaje y el impacto positivo (en su vida, trabajo, etc.)
Los adultos están más involucrados en el aprendizaje de habilidades y conocimientos cuando conocen los beneficios y el impacto que puede tener dicho aprendizaje para mejorar sus vidas, profesional o personalmente.
Por eso es importante diseñar cursos que incluyan experiencias de aprendizaje basadas en los intereses de los participantes. Debemos mostrar la relevancia inmediata de los contenidos y hacer visibles las ventajas que supone aprender eso frente a no hacerlo.
Por ejemplo, si yo solo te dijera que deberías aprender a aplicar la metodología GTD (Getty Things Done).¿Qué me dirías? Seguramente, me preguntarías porqué y en qué te puede beneficiar. Pero si yo te dijera: deberías aprender GTD, es una herramienta que te permitirá ser más productivo, vivir con menos estrés y disfrutar más del momento presente. Quizá, con este nuevo planteamiento, incluso estés pensando en buscar en Google qué es eso del GTD.
La mayoría de las veces las personas no son conscientes de que necesitan aprender algo. Muchos sí saben que tienen un problema (por ejemplo para gestionar su tiempo, comunicarse mejor, trabajar en equipo, etc.) pero piensan que «las cosas son así» y no se plantean si habrá una formación específica que pudiera ayudarles a resolverlos.
Si a la hora de presentar o vender tu curso de formación explicas desde un primer momento los beneficios que van a obtener los participantes, generarás ese deseo por aprender. Otra cuestión diferente es que esos clientes puedan comprar tu curso, pero habrás dado el primer paso: crear las expectativas y hacerles conscientes de sus necesidades y de la solución que ofreces.
Un principio más: los adultos aprenden cuando disfrutan.
Personalmente creo que las personas aprenden mucho más cuando pueden disfrutar de un entorno de aprendizaje positivo, motivador e incluso divertido. Considero que la vida es muy corta y demasiado seria como para no tomársela con humor, permitirnos jugar, experimentar y disfrutar de cada oportunidad de aprendizaje.
Y por pasarlo bien no me refiero a estar contando chistes y andar de risas todo el día, sino a que los participantes tengan la oportunidad de aprender resolviendo desafíos, retos que les ayuden a crecer y a experimentar esa magia que se produce cuando uno oye ese clic en su mente y de repente todo se ve más claro.
Los que defienden que «la letra con sangre entra» y que realmente se aprende con «las experiencias duras» también tienen razón. Es verdad que se aprende. Pero ¿a qué precio? ¿Por qué aprender así cuando hay alternativas? A caso, ¿es igual el jefe que «motiva» a latigazos a sus empleados frente al que consigue resultados inspirando a sus trabajadores?
Resumiendo.
Cuando tengas que preparar tu próximo curso de formación o materiales para el mismo, ten presente las claves del aprendizaje en adultos.
Los adultos aprenden cuando:
- Lo necesitan y quieren.
- Conocen los beneficios que les puede aportar la formación y los problemas que podrán resolver.
- Son capaces de conectar los nuevos conocimientos, habilidades y actitudes con sus experiencias (nuevas y pasadas, propias y de otros).
- Tienen la oportunidad para practicar las habilidades que aprenden.
- No se sienten amenazados por el entorno.
- Y se divierten.
Y tú, ¿cómo llevas a la práctica estos principios en tus formaciones, cursos y talleres?